Agua

En los últimos años hemos tenido graves sequías en España, vinculadas al cambio climático. Además, a nivel mundial, la OMS estima que el 40% del agua potable se utiliza para el funcionamiento del sistema sanitario en edificios (fuente: es.wikipedia.org), agua que en gran medida acabamos utilizando como vehículo para evacuar los desechos (aguas negras). Independientemente de su uso final (regar, fregar, váteres…), utilizamos agua potable, apta para beber.

Por estos motivos, por su escasez y su alto potencial de ahorro en los edificios, es importante reducir su consumo y reutilizarla. Cada vez son más comunes los dispositivos para ahorrar agua (cisterna de doble descarga, grifos con aireadores que reducen el caudal, riego programado por aspersión o por gota a gota…) La normativa actual, el Código técnico de la edificación, obliga a disponer una red separativa de aguas para poder acabar reutilizando el agua. Recogiendo y acumulando en un depósito las aguas pluviales, se pueden utilizar para el riego. Las aguas grises (aguas del lavabo, la cocina o la lavadora) se pueden reutilizar para los váteres. De esta forma, se consigue reutilizar el agua y a su vez, disminuye el volumen de agua que debe ser evacuada por la red (las aguas negras, de los váteres) y tratadas en las depuradoras.

Tenemos un largo recorrido por delante, ya que la normativa actual es de aplicación en los edificios de obra nueva y las grandes rehabilitaciones, pero queda sin aplicar en el resto de edificios existentes y que los municipios dispongan también de redes separativas (sin esta opción, se acaban mezclando las aguas a la salida del edificio). Además, en los edificios existentes es complejo conseguir doblar la red de saneamiento, des de un punto de vista constructivo y de distribución.

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